miércoles, 26 de marzo de 2008

Obligado hacerse eco.

Por estas fechas hará un año que los responsables del Ministerio de Sanidad presentaron la Estrategia en Salud Mental, que ha sido recordada como respuesta a los problemas de la epidemia de trastornos mentales referida en la Encuesta de Salud. Un año no es suficiente plazo para juzgar los resultados de un Plan, con más razón si se califica de estratégico, pero si ocasión para comentar algunas de sus propuestas que inciden en uno de los objetivos de nuestra bitácora: las referidas a la promoción-prevención de la salud mental.
Bueno es reconocer la dimensión del problema, “los trastornos mentales en conjunto constituyen la causa más frecuente de carga de enfermedad en Europa, por delante de las enfermedades cardiovasculares y del cáncer. Más de la mitad de las personas que necesitan tratamiento no lo reciben y, de las que están en tratamiento, un porcentaje significativo no recibe el adecuado,” pero hubiera sido congruente abordarlo con instrumentos preventivos acordes con tal dimensión. Con más razón cuando se acepta y subraya que “la dimensión positiva de la salud mental hace referencia al concepto de bienestar y a las habilidades para adaptarse a la adversidad. Entre las dimensiones que abarca se encuentran la autoestima, el autocontrol, el optimismo y el sentido de la coherencia. La idea que se encuentra en la base de este concepto es que no basta con prevenir la enfermedad mental u otro tipo de alteraciones, sino que es necesario promover el desarrollo de una personalidad sana que, a su vez, permita la formación de familias, grupos y sociedades sanos”, lo cual sitúa aquellos instrumentos preventivos en el centro de la acción política como comentábamos en un post anterior.
No consideramos suficiente hacer una lista de objetivos intencionales, entre los que consideramos óptimos los siguientes que enuncia la Estrategia: apoyar a los padres y a las madres durante la crianza y en las edades iniciales de la vida; promover la salud mental en las escuelas y en el trabajo así como el envejecimiento (mentalmente) saludable; atender a grupos de riesgo para trastornos mentales; prevenir la depresión y el suicidio, la violencia y el uso de sustancias tóxicas; implicar a la atención primaria y a la especializada en acciones de promoción y prevención; reducir al máximo las situaciones de desventaja social y económica, y prevenir el estigma. Consideramos que sería, también, preciso traducir unos y otros en las acciones de gobierno que se derivan de ellos; igualmente las que se derivarían de la afirmación: “ en las intervenciones dirigidas a representantes institucionales, se señalará el papel central de la salud mental como generadora de bienestar y de productividad, y la importancia de la interacción del hábitat (ecología urbana), la educación (capital humano), las posibilidades de participación ciudadana (capital social) y el género con la salud mental de la población, así como las consecuencias socioeconómicas negativas derivadas de ignorarlas.”
Aprovecho la ocasión para sumarme a las iniciativas de la Federación de Asociaciones de Familiares de Enfermos Mentales (http://www.feafes.com/FEAFES/HOME) para enfrentarse a la constatación por parte de la Estrategia, de que “algunos de los motivos de creciente inseguridad ciudadana más visibles de nuestra sociedad —criminalidad, accidentes de tráfico, abusos y violencia doméstica y de género, vagabundeo— se asocian a la enfermedad mental en el imaginario colectivo. En realidad, los trastornos mentales contribuyen poco a la generación de estas lacras sociales, por lo que es fundamental tomar iniciativas que aumenten el conocimiento de la enfermedad mental y ayuden a reducir el estigma y la marginación asociados a las personas que sufren estos trastornos y a sus familiares.”
Dice la FEAFES a este respecto, que “el trato recibido por la salud mental en los últimos años … sigue transmitiendo de forma sutil y algunas veces explícita, una imagen errónea y negativa de la enfermedad mental, que sin duda no es un buen reflejo de la realidad, ayuda a perpetuar estereotipos, prejuicios y falsas creencias, y que perjudica de manera directa a los derechos de las personas con problemas de salud mental y a su entorno”. Y señala como elementos a considerar políticamente incorrectos los TITULARES ALARMISTAS O MORBOSOS, la ETIQUETACIÓN DE PERSONAS SUSTANTIVANDO SU CONDICIÓN recomendándoles ALEJAR LA ENFERMEDAD MENTAL DE LA CRÓNICA DE SUCESOS.
Nada más justo: como las personas con enfermedad mental tiene la misma probabilidad de cometer un acto delictivo que cualquier otra, como ellas con tratamiento psiquiátrico y un entorno social y familiar adecuado, pueden y deben vivir en la sociedad sin que esto suponga un riesgo para nadie, es preciso no prejuzgar ni relegar la causa de un acto violento o delictivo a una enfermedad mental, porque muy pocas veces existe una sola causa que explique una conducta de este tipo; es necesario no omitir información relevante para entender el hecho, porque puede dar una visión sesgada que fomente y mantenga prejuicios; es imperativo limitarse a describir los hechos directamente observables (sin aventurarse a prejuzgar la causa del hecho a una enfermedad mental) o mostrar todas las circunstancias contextuales y factores causales, sin relegar la enfermedad como única causa dentro de una pluralidad de responsabilidades.
La totalidad de las posturas de la Federación pueden leerse en http://www.msc.es/ciudadanos/saludMental/docs/Salud_Mental_Guia_de_estilo.pdf

Estrambote:
He comenzado mi consulta por Internet, no soy el llamado a hacer un juicio de su eficiencia, pero personalmente estoy satisfecho.

No hay comentarios: