Pues ya que les he estado hablando de tantos problemas es la hora de ofrecer soluciones, por el momento, de ámbito individual. Otro día hablaremos de las posibles soluciones desde un punto de vista más social. Como soluciones individuales tenemos, principalmente, dos: el tratamiento farmacológico y la terapia psicodinámica.
El tratamiento farmacológico tiene una innegable aplicación en los trastornos por ansiedad; el alivio de la misma mediante ansiolíticos (benzodiacepinas de potencia elevada) que la disuelven, es obvio. También están indicados, en su caso, los antidepresivos tricíclicos, los inhibidores de la recaptación de la serotonina, o los inhibidores de la monoaminooxidasa. Todos ellos útiles en manos de un especialista que los indique, vigile sus efectos y controle los no deseados.
Pero al final del alivio de la ansiedad, después del bloqueo de las crisis de angustia con la medicación, siguen estando presentes los conflictos que la desencadenaron; persiste una merma en la independencia y la asertividad. Añadir psicoterapia no es solo conveniente sino necesario.
La terapia psicodinámica clásica, la conductual, la humanística (Carl Rogers) o la cognitiva, son un tratamiento adicional importante en muchos pacientes, que padecen alguna de las formas clínicas de los trastornos de angustia. Todas tienen en común la palabra, la comunicación, el dialogo como elemento relacional terapeuta-paciente.
La terapia psicoanalítica clásica entra en la profundidad de la persona y estudia las conexiones entre los síntomas, los mecanismos de defensa y los impulsos inconscientes esforzándose en que los pacientes comprendan como se producen y operan unos y otros. La base terapéutica está en la alianza entre paciente y terapeuta que se anuda mediante el lazo de la transferencia de afectos entre ambos.
La terapia conductual supone desenganchar respuestas no esperables a estímulos, que deberían producir exclusivamente respuestas específicas. El sonido de una campana, asociado a la llegada de la comida, produce la secreción de los jugos gástricos, como nos hizo saber el sabio ruso Pawlov. Oír un trueno, desencadena la angustia que nos produjo aquel rayo, que cayó cerca de nosotros un tiempo atrás.
Durante mucho tiempo, los tratamientos conductuales se han centrado en la evitación fóbica, últimamente se ha empezado a hacerlo en la angustia crónica. Incluye la exposición gradual al recuerdo de las sensaciones temidas a través de ejercicios imaginarios y conductuales; y el entrenamiento de la relajación, conseguida a través de la contracción y relajación de distintos grupos musculares.
La terapia humanística, buscará introducir congruencia, dentro de la incongruencia experimentada por los pacientes, reformulando sus vivencias desde una perspectiva positiva.
En la actualidad, es mayoritariamente aceptado un modelo de psicoterapia unificadora e integradora de todos los anteriores, que supone que la malinterpretación cognitiva (catastrófica) de las sensaciones físicas incómodas, de los afectos, del mundo exterior, característica de las personalidad neuróticas, se pueden corregir mediante su reestructuración cognitiva al permitir interpretar de una forma más benigna los afectos incómodos y las sensaciones físicas asociadas con los trastornos de angustia: la terapia cognitiva.
Se trata de revisar la biografía del paciente y el sentido dado a su existencia, con vistas a su reformulación. La misión del terapeuta en la logoterapia será que el paciente reconstruya sus significados a través del análisis del proceso de toma de sus decisiones personales anteriores. El propósito es revisar las ideas, actitudes y valores empleados por el paciente (esquemas mentales o supuestos) que se han convertido en disfuncionales y en ayudarle a formular otros nuevos más funcionales.
La terapia cognitiva es un proceso de resolución de problemas basado en una experiencia de aprendizaje. El paciente, con la ayuda y colaboración del terapeuta, aprende a descubrir y modificar las distorsiones cognitivas e ideas disfuncionales. La meta inmediata consiste en modificar la predisposición sistemática del pensamiento a producir ciertos sesgos o prejucios cognitivos (distorsiones cognitivas), de los que nuestros compañeros de blog ya han dado cuenta, por lo menos de parte. La meta final, consiste en modificar los supuestos cognitivos subyacentes que harían vulnerable al sujeto, cortando los círculos viciosos desenganchando los afectos negativos que suscitan los pensamientos y los recuerdos. Esta terapia holística tiene como fin último, no solo tomar conciencia de este empecinamiento en creencias irracionales, sino también su sustitución activa por creencias más racionales, sin exigencias (deberías) ni absolutos y su puesta en práctica mediante “deberes” que los pacientes han de cumplir fuera de la consulta.
A todos estos modos de tratamiento acompaña con eficiencia la relajación, que ayuda a reducir la tensión y otras manifestaciones físicas de la ansiedad.
Estrambote final.
Estamos reflexionando sobre la potencialidad de Internet para vehicular la psicoterapia. Partimos de la idea de que la utilización de Microsoft Messenger (es el único que hemos aprendido a utilizar correctamente) como instrumento de comunicación es, también, utilizable para establecer una relación terapéutica. Al fin y al cabo, si la base de la psicoterapia es la palabra, siendo menos esencial la proxemia, como sucede en el teléfono de la esperanza o en la confesión sacramental católica, la misma se puede sostener sobre las posibilidades que dan los chats o las vídeoconferencias. Próximamente os trasladaremos las conclusiones de esta nuestra reflexión, pero si hasta entonces alguien nos ayuda en la misma, será bien recibida su aportación, tanto en forma de opiniones, como de sujetos que aceptaran la psicoterapia por este medio, si se vieran en necesidad de ello.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario