sábado, 15 de marzo de 2008

¿Epidemia de riesgos para la salud mental?

Nuestra preocupación por los problemas de la salud mental de los españoles, ellas y ellos, se han visto aumentados al estudiar la Encuesta Nacional de Salud, presentada por las Autoridades del Ministerio de Sanidad, de la que se han hecho eco todos los medios. Tres datos de la misma son de máxima preocupación: el nivel de riesgo apreciado en la población general, su incidencia en la población femenina y el nivel de afectación de los menores, los tres apuntan a lo que nos mueve a escribir esta bitácora: estamos ante una seria amenaza de riesgos para la salud mental comunitaria.

Los datos muestran que un 21,3% de la población de 16 o más años, y un 22,1% de los de entre 4 y 15, presenta "riesgo de mala salud mental". La Encuesta se ha interesado por la situación de riesgo de la salud mental con preguntas tales como ¿ha pensado que usted es una persona que no vale para nada?, ¿se ha sentido poco feliz o deprimido?, globalmente y teniendo en cuenta las condiciones en que realiza su trabajo, indique cómo considera Vd. El nivel de estrés de su trabajo; todo ello buscando síntomas o manifestaciones de depresión y ansiedad u otros trastornos mentales. El resultado es preocupante porque pone de manifiesto que casi la cuarta parte de los españoles, ellos y ellas, son susceptibles de padecer un trastorno mental. Y las mujeres más; la salud mental de las mujeres está más amenazada, su salud mental también corre más peligro, el riesgo en ellas es 11 puntos porcentuales superior al de ellos, del 26,8% al 15,6%. También hemos de sentirnos preocupados por la salud mental de los menores de 16 años, cuyo riesgo de psicopatología es incluso mayor que el de los adultos, aunque se habla, sobre todo, de problemas de conducta y de hiperactividad.

Los datos de la realidad son importantes, pero más las iniciativas que han de tomarse para solucionar el problema que aquellos traducen, y no es buen comienzo para ello reducir su gravedad (en palabras de los Responsables sanitarios “ya sabemos que los trastornos mentales son frecuentes, pero hay que destacar que la mayoría son leves”), ni minimizar el paso de riesgo a daño, (“depende de qué tipo de dolencia, pero sabemos que los que desarrollen realmente un trastorno crónico y discapacitante no superarán las 450.000 personas, una cifra muy distinta a los que están en riesgo según la encuesta”). Esta epidemia debe abordarse buscando sus causas y tomando conciencia de sus consecuencias. ¿Podemos afirmar que nuestra sociedad nos hace más sanos mentalmente? ¿Puede ser competitiva una sociedad deprimida o ansiosa? ¿Se puede hablar de igualdad con esas diferencias en la incidencia por géneros? ¿Se puede abordar el aumento de productividad con condiciones laborales tan patogénicas? ¿Podemos soñar con un futuro mejor con niños y adolescentes tan amenazados o dañados? Esas son las preguntas a las que hay que responder con medidas políticas. Porque hoy por hoy la salud pública, la mental y la general, se ha convertido en una ciencia política, desde que las medidas para su consecución, tanto las preventivas como las curativas, son educación (para la ciudadanía, para la paz, democracia, civismo), estabilidad en el trabajo, igualdad de oportunidades, acceso a los tratamientos médicos, pensiones suficientes, ocio activo, solidaridad intra e intergeneracional, protección frente a mensajes mediáticos intoxicadores y fomento de la tolerancia. ¡Política de progreso, vaya!

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