domingo, 16 de marzo de 2008

La terapia cognitivo-conductual (I)

Algunos lectores de este post, me han pedido que explique un poco más extensamente en que consiste la terapia cognitiva. Lo hago con gusto en dos entradas, y les indico que en este enlace tienen un excelente libro para profundizar en la misma, si quieren algo más que mera divulgación.

La mayor eficacia en los tratamiento de los trastornos de ansiedad, no solo en ellos pero sobre todo en ellos, -a la vista de las dudas generadas respecto a los fármacos más de moda-, está en el ámbito de los tratamientos psicoterápicos cognitivos conductuales, porque de un modo u otro hay que utilizar los dos o técnicas procedentes de ambos. Los tratamientos conductuales, útiles en las fobias, se utilizan últimamente en las crisis de angustia simples, buscando el entrenamiento respiratorio para eliminar la hiperventilación, la exposición a los síntomas somáticos «clave», por medio de la exposición gradual y controlada a las sensaciones desencadenantes, para adaptarse a ellos mediante ejercicios imaginarios (pensar en acercarse poco a poco al temido ascensor) y conductuales (acercarse de hecho) y el entrenamiento de la relajación, conseguida a través de la contracción y relajación de distintos grupos musculares, para evitar las tensiones acompañantes.

La relajación puede ser útil en el tratamiento de la ansiedad generalizada, aplicada a situaciones provocadoras de ansiedad, tanto imaginarias como reales; ayuda a reducir la tensión y otras manifestaciones físicas de la ansiedad, combinando muy sinérgicamente con la reestructuración cognitiva para aliviar el componente cognitivo de la anticipación negativa y la preocupación consiguiente. Al ser, la respuesta de relajación, una reacción fisiológica que comporta una disminución de la actividad del sistema nervioso simpático, la misma puede conseguirse mediante técnicas que combinan posturas con la repetición de palabras o frases o dejando la mente en blanco. El Zen, el yoga y la meditación trascendental, pueden ser de ayuda como coadyuvantes en el tratamiento de la ansiedad. El tratamiento cognitivo del trastorno de angustia, propiamente dicho, se basa en la reestructuración de los mecanismos del pensamiento con miras a interpretar de forma más benigna los afectos incómodos, las sensaciones físicas asociadas con los recuerdos y las anticipaciones imaginarias de los ataques de angustia, que se analizan como sensaciones físicas normales (palpitaciones, mareo ligero, temor indefinido) ante las que el paciente reacciona exageradamente con cogniciones catastróficas. Los pacientes con crisis de angustia presentan realmente sensaciones físicas más intensas, como por ejemplo accesos de taquicardia, pero pueden ayudarse a sí mismos si cambian pensamientos del tipo «voy a morir de un ataque al corazón» por otros como «ya tengo de nuevo mis síntomas cardíacos». Los resultados obtenidos en algunos estudios del pronóstico a largo plazo del trastorno de angustia tratado con una terapia cognitivaconductual son favorables, especialmente cuando se combinan la reestructuración cognitiva y la exposición. Aunque las evaluaciones sistemáticas con la metodología
Cochrane y las comparaciones de estas técnicas son limitadas hasta la fecha, parecen prometedoras.

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