miércoles, 27 de febrero de 2008

Hablando de neurosis (I)

Al igual que mis compañeros de bitacora, en su intento de señalar los vicios y virus de la comunicación en internet y fuera de él, me hago responsable de señalar como esa mala o buena comunicación puede afectar a la salud mental. Comportamientos antes tachados como mínimo de excéntricos, cuando no de antisociales, ahora son parte de la realidad social de jovenes y no tan jovenes. Ya hemos señalado que existen "virus" que afectan a la salud mental, ahora es el momento de empezar a señalar las consecuencias de estos virus y empezaremos a hablar de las enfermedades que pueden desarrollar, con la intención de ser divulgativos y de cierta utilidad. Invito a los lectores a que manden sus dudas, incluso personales, amparándose si quieren en el anonimato que este blog respeta profundamente.

Decididamente, hemos comprendido que haremos un servicio a muchos de quiénes nos leen si dedicamos unos cuantos post al análisis del trastorno psíquico más frecuente en el mundo occidental: “la personalidad neurótica de nuestro tiempo”, tomo prestado el título de un trabajo de Karen Horney (K.H.), por lo que tiene de globalizador. Estamos en tiempos de neurosis en el mundo industrializado, económicamente liberal y asediado por los mass media. Probablemente en los otros mundos no se de la situación. Tiempos de neurosis que me motivan a acercar el problema, sus causas y sus posibles soluciones a los lectores, con ánimo psicoterapéutico. Tres o cuatro post sucesivos lo intentarán.

La visión de las neurosis de K.H., que supuso romper con la doctrina psicoanalítica más ortodoxa y biologista, es de máxima utilidad para analizar las causas de las neurosis desde una perspectiva sociológica, culturalista, lo que permite enfrentarse con estas dolencias tanto desde dentro de los individuos, como desde la obligada reforma de las estructuras sociales, punto de partida de aquellas. Ella fue junto a Erich Fromm y Harry Stack Sullivan (sin olvidar a Marcuse o Chomsky desde otros ámbitos), pionera de esta manera de abordar las neurosis, en la que lo nuclear es la multidimensión que recibe lo pulsional que desde lo interior (instintivo, orgánico, sexual), pasa a ser determinación socio-cultural, (estructuras sociales, poder político, propaganda): los individuos reaccionan desarrollando determinadas actitudes o estrategias defensivas que les permiten hacer frente al medio y obtener una cierta gratificación, tales estrategias pueden ser exageradas o inapropiadas, neuróticas., pero no son por naturaleza instintivas, sino que dependen en gran medida de la situación en que vive una persona. La dialéctica entre Yo, Ello, Super-Yo, genial descubrimiento de Freud, adquiere una dimensión más amplia desde el momento en que los dos últimos se llenan de contenidos provenientes del medio social.

Los cuadros neuróticos se producen como consecuencia de conflictos en la estructura psíquica de la persona, en los que la influencia de lo cultural sobre el individuo, superan el reduccionismo biológico y el mecanicismo freudiano. Impulso hacia el éxito, ganar, producir, consumir, subir en la escala social, triunfar, agredir, ser apreciado si tienes, el tener por encima del ser… llenan el Ello de contenidos tanto como los deseos sexuales. Las reglas sociales impuestas y dominantes, el eso no se puede hacer, los deberíamos…, el respeto al que dirán, lo hacen del Super-Yo. Cuando el impulso hacia el éxito, convertido en la única razón de ser de la persona, choca con las normas aceptables para conseguirlo, difuminándolas o anulándolas,-situación anómica de Merton-, no pocos se sienten abrumados por la tensión y se angustian: la neurosis se instala en su personalidad; otros alivian la tensión con las drogas usuales; los menos sencillamente se las saltan y delinquen sin más problemas.

Las neurosis o psiconeurosis, en una terminología un tanto desechada, describen una variedad de trastornos, terminología más actual, cuya característica principal es la ansiedad, la angustia que hace sufrir; no tanto como para aislar al que las padece de una vida social normal, a diferencia de lo que ocurre con las psicosis, que suelen necesitar de tratamientos en régimen de hospitalización.

Por ello hoy hablamos mejor de trastornos por ansiedad englobando los siguientes:

Trastorno por ansiedad generalizada. Suele presentarse como miedo a la muerte o a volverse loco, lo que traduce el temor a la disolución del Yo aplastado por el Super-Yo. La ansiedad, (es lo mismo que la angustia) es una condición constante de displacer y de sentimientos aprensivos, que supone una sobrerreacción a los problemas que no afectarían a una persona equilibrada. Se vive en el aparato digestivo en forma de nauseas, en el circulatorio con palpitaciones, en el nervioso como temblor y con insomnio, en el respiratorio como falta de aire. Crisis de angustia. Se caracteriza por los ataques de pánico más agudos que en el trastorno anterior y los episodios de aprensión aguda, imposible de sobrellevar, se acompañan de los síntomas físicos referidos pero más intensamente vividos. Una persona que sufre un ataque de angustia se siente como si se fuera a morir. El temor al propio ataque de pánico es desencadenante: la posibilidad de que pueda ocurrir, aterroriza.

Trastornos fóbicos o fobias. Consisten en una respuesta de angustia incluso de miedo desmedido ante un estímulo (un perro p.e.), o ante situaciones que normalmente no se consideran peligrosas (subir en ascensor p.e.). La reacción emocional varía desde el mero disgusto al pánico. Normalmente, el fóbico se da cuenta de que su miedo es irracional, pero es incapaz de controlarse. La agorafobia (del griego ágora, plaza pública o mercado), que se manifiesta como miedo ante los lugares desconocidos, es seguramente la fobia más incapacitadora, ya que lleva en los casos más severos a hacer que el sujeto no se atreva a salir de su casa. Como en el temor al ataque de pánico el pensar en ello aterroriza o paraliza.

En los trastornos obsesivo-compulsivos, pensamientos o impulsos desagradables se meten en la conciencia del sujeto, y en la necesidad irresistible de desarrollar actos que son rituales para reducir la ansiedad consiguiente. Una persona obsesionada por la limpieza se lavará las manos una y mil veces sin librarse de su angustia de estar sucia.

El trastorno por estrés postraumático puede aparecer después de cualquier desastre, como un accidente aéreo o una catástrofe natural (inundación, terremoto, etc). La angustia de volver a vivirlos se acompaña de insomnio, temblor desarreglos del sueño, como pesadillas e insomnio, padecer ansiedad, distanciarse de los entornos normales, y perder en general el interés por las actividades que se realizaban antes del desastre.

Un trastorno extremadamente infrecuente, incluido en este grupo, el de personalidad múltiple, se manifiesta como que más de una personalidad coexiste en el mismo individuo. Tal vez no sea un trastorno por ansiedad propiamente dicho.

La angustia (es lo mismo que la ansiedad), diferente del miedo, que es actual y se experimenta siempre frente a algo concreto y peligroso, es el síntoma principal de las neurosis. La angustia es permanente, presente y futura. No tiene objeto; aparece sin razón valida sin peligro real y sin causa real. Es el miedo a la perdida de la propia identidad. Aguda, súbita, crítica se reconoce pronto y se soluciona con relativa facilidad. Crónica es el tema de nuestro tiempo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buenas, pasaba por aquí, como hago mucho últimamente, y me he leido el post de arriva abajo pero no me he enterado muy bien de lo del yo, super yo y el ello. Se que es algo de freud pero no muy bien de que va. Una ayudita doctor, ja.

Dr. Atutiplén dijo...

Estimado amigo anónimo, gracias por tu atención. En breve encontrarás un post con las explicaciones necesarias. Un saludo.