domingo, 20 de enero de 2008

La insania de la mano de la hipocresía.

Me dio la impresión de estar soñando: un enorme cartel en el Metro anunciando “los cristianos no usamos preservativos”. Lo volví a leer y no estaba soñando, estaba en la puerta de la caverna (o del SIDA), abierta para quien quiera entrar en ella. Pero esto no es más que otro síntoma de la marea de hipocresía en este campo tan sensible, porque, protegido por los escándalos de la interrupción voluntaria del embarazo (IVE), se han ido propagando peligrosos patógenos para la salud mental. ¿Cómo se justifica que el 90%, (en algunas “piadosas” Autonomías el 100%), de los IVE se realicen en Centros Concertados? Por el supuesto derecho a la objeción de conciencia que habilitaría a médicos del Sistema Público, a no intervenir cuando se solicita su ayuda o a farmacéuticos del mismo a no expender, la píldora del día siguiente. ¡Ah, bien por estos Centros y por los boticarios que no lo hacen!

¿Existe, realmente, tal derecho? A mi juicio no y propagar su existencia es propagar un germen muy dañino. Negarse, un funcionario público a someterse, por razones de conciencia, en un Estado democrático, a una conducta jurídicamente exigible, a una obligación que proviene de una norma, es hipócrita y una trampa inaceptable.

Plantear, con más razón aceptar, esta forma de objeción de conciencia entre empleados públicos, que excluye del sistema sanitario normalizado a muchas mujeres, llevándolas fuera de los Centros públicos, es una burla delirante, porque supone que personajes, que se integraron voluntariamente en instituciones públicas, se atribuyen el derecho de no respetar las libertades de las ciudadanas, que son derechos de raíz constitucional y legal, a cuyo fomento, protección y salvaguarda están llamados tan hipócritas funcionarios. La objeción de conciencia solo está reconocida en la Constitución para no empuñar las armas contra otro ser humano. Fuera de este supuesto, un críptico pasaje de la sentencia del Tribunal Constitucional 53/1985, permitiría su reconocimiento mediante una ley y sólo, claro está, a particulares.

Sobre la hipocresía subyacente en la campaña contra la IVE recomiendo este artículo de un Magistrado que, en otros tiempos se opuso a la, también insalubre justificación de la patada a la puerta para perseguir supuestos delitos. Es que los virus de la insania mental se generan en todos los ámbitos.

http://www.elpais.com/solotexto/articulo.html?xref=20080117elpepiopi_5&type=Tes&anchor=elpepiopi

1 comentario:

Anónimo dijo...

Coincido con su punto de vista de la necesidad de una Ley para que pueda apelarse a la objección de conciencia en otros campos que no sean el servicio militar, único reconocido constitucionalmente. Creo recordar que en una Sentencia el Tribunal Constiotucional dice de forma expresa que sería necesaria esta "interpositio legis" para culaquier otro supuesto.