martes, 8 de enero de 2008

¿Feliz? año nuevo

Tras el parón navideño, que a nosotros nos supone un auténtico coma mental (perdón por no haber publicado nada en ese tiempo), llegan los buenos propósitos para el año entrante. En Atutiplén tenemos muy claro cual va a ser el objetivo de este año: queremos denunciar la plaga que asuela los medios de comunicación, todos, repetimos, todos. Si bien hasta ahora nos habíamos centrado en las campañas publicitarias, dado que nos dedicamos a ello, a partir de ahora lo vamos a extender a cualquier forma de comunicación de masas y, aprovechamos para introducir a un nuevo elemento en nuestro equipo. El Dr. Atutiplén, especialista en Psiquiatría y Salud Pública que, nos ha sorprendido con su capacidad de análisis sobre la materia ya que, son contadas las ocasiones, en las que uno puede hablar con un experto en medicina de masas y además en salud mental. Sus teorías, que nos han enganchado desde el principio, se basan en la hipótesis de que una epidemia de delirios se extiende a través de los medios de comunicación social, anulando las capacidades de juicio crítico de los individuos, que se contagian y a su vez, extienden los virus. A través de sus aportaciones, se intentará hacer ver a los lectores que el problema es lo suficientemente serio como para que no nos quedemos parados. Que este sea un año de reflexión para todos. Mucha salud. Para empezar a abrir boca, aquí tenéis la primera aportación del Doctor, a modo de introducción y exposición de motivos.

Somos partidarios de eliminar el amianto como aislante por cancerígeno; del mismo modo rechazamos la propaganda del tabaco por generar dependencia; igualmente nos alegramos de que los alimentos estén protegidos de las gotas de saliva de sus manipuladores. Por ello mismo, también nos oponemos a las ideas delirantes, cuando no francamente psicóticas, que se lanzan a las ondas, o se dejan escritas, por algunos medios de comunicación: por razones sanitarias, por ser insalubres, en este caso para la salud mental.
A veces lo que oímos (o leemos), tienen la misma estructura de los delirios: indemostrables, irreductibles, sostenidas en una lógica fuera de toda regla racional. En otras ocasiones su enunciación es tan aberrante que se identifica con facilidad con la locura. Ambas situaciones son contagiosas, sí, contagiosas, como las enfermedades transmisibles pasan de persona a persona a través de las gotitas de Phlugge que vehiculan las bacterias o los virus en su interior, las ideas delirantes pasan de persona a persona a favor de la “credibilidad” del agente emisor. Ideas, pero también conductas y modelos de comportamiento, francamente patológicos (siempre desde el punto de vista de la salud mental), o al menos opuestos a otros que en otros momentos juzgamos como aceptables y recomendables. Conductas que se presentan como normales, como aconsejables, como imitables, cuando son tan insalubres como orinar en lugares no escusados o escupir en el suelo de una cafetería. ¡Echamos de menos la urbanidad que nos enseñaron en la Escuela! Estamos contra estas ideas y estas conductas. Por razones higiénicas. Como aquel Canónigo del Burgo de Osma que al ser preguntado por uno que llego tarde al Sermón sobre el Mal, resumió su discurso con un “no soy partidario”. No somos partidarios de que aparezcan como “comentaristas de la actualidad” en la televisión que se dice familiar, personas que son reconocidos cocainómanos, con la nariz más roja que el Reno Rudolf; no somos partidarios de que se presente como un ejemplo de masculinidad la publicación de las fotos de un general moribundo lleno de tubos. No nos sentimos identificados con el exhibicionismo de una (o un) ex que vende sus falsos problemas domésticos, por ello los denunciamos sine ira et studio. Pero menos partidarios somos de las ideas de personajes públicos (políticos del PP, periodistas de Radios eclesiásticas y similares) que argumentan con epítetos como vendido, miserable, cogido por los vagones, arrogante, pueril o vendido a quien no está de acuerdo con sus delirios. Nuestro rechazo llega al máximo cuando esas ideas se exponen en las Pontificales Tertulias con Oficiantes felices de haberse conocido (ejemplo paradigmático Ángela de Cuatro) o en manifestaciones disfrazadas de homilías purpuradas. Por ello, vigilantes de los medios, publicaremos, con los comentarios oportunos, las frases, los artículos o los vídeos de lo que nos merezca la calificación de insalubre o incorrecto, asumiendo expresamente el papel de críticos, (y sobre todo críticos de los críticos), ejerciendo un papel de policías de salubridad o de urbanidad. Al mismo tiempo invitamos a los lectores a enviarnos material para estudio y comentario (o ya comentado). Dr. Atutiplén.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta es una idea muy interesante, son demasiados los virus que poenen en circulación gente que debería estar en un hospital por su contagiosidad a las que pagamos con nuestros impuestos al salir en la TV de todos los españoles. Salud y ánimo.