viernes, 11 de abril de 2008

La sedación terminal

Alguien podría opinar que este post se aparta de la línea de los anteriores dedicados a la salud mental, pero como la intoxicación sigue, a pesar de los pesares, liderara por Eximios Eclesiásticos , me siento obligado a insistir, ante mis lectores, en los porqués el Equipo de profesionales de Leganés, no solo ha sido perseguido injustamente, sino en lo mentalmente saludable que la defensa que hicieron de nuestro derecho como pacientes a morir sin sufrimiento, sea algo sin marcha atrás, con vistas a la defensa del derecho a morir con dignidad, sin más.
Ni delito, ni mala praxis, los Tribunales de justicia lo han dejado bien claro: ni homicidios ni sedaciones irregulares, ni mala práctica médica: un derecho de los pacientes.
Este derecho hoy es indiscutible y se basa en la doctrina del doble efecto que afirma ser lícito realizar una acción en la que, buscando conseguir un efecto positivo y deseado, nos vemos acompañados por efectos negativos e indeseados.
¿En que consiste este derecho? En recibir la administración deliberada de fármacos para lograr el alivio inalcanzable con otras medidas, de un sufrimiento físico o psicológico, mediante la disminución suficientemente profunda y previsiblemente irreversible de la conciencia, en un paciente cuya muerte se prevé muy próxima, con el consentimiento explícito, implícito o delegado del mismo.
Es un derecho de los pacientes que los profesionales alivien su sufrimiento intenso, aunque de ello se deriven dificultades para la ingesta, disminución del nivel de conciencia, depresión respiratoria, hipotensión y, en definitiva, un previsible acortamiento de la vida.
La defensa de este derecho está en la base de los principios éticos de la actuación médica. En el de beneficencia que obliga a los profesionales a hacer el bien porque, está claro, suprimir el dolor significa hacer un bien al enfermo; el de autonomía porque los pacientes, que tienen derecho a ser autónomos, y a un control mejor de su dolor, tienen que ser ayudados por los profesionales si su dolor es tan severo que su cuerpo y su alma están encadenados. También el de no maleficencia, que obliga a evitar el mal, porque se encuentra claramente vulnerado cuando los pacientes no son aliviados, por prejuicios de los profesionales, existiendo medios para hacerlo, ya que este principio defiende no hacer daño, pero además hacer bien el trabajo que se tiene encomendado.
¿Y el de justicia? Que deja de respetarse por la imposibilidad de tratar correctamente a todos los pacientes, por razones tan azarosas como la inexistencia de una unidad de cuidados paliativos a la que remitirles, o la inexistencia de directrices analgésicas adecuadas en un centro determinado o simplemente posturas negligentes o integristas. Por tanto los que han sido injustos, son los que han denunciado al equipo de Leganés consiguiendo que la sedación se viera orillada como opción terapéutica por temor a represalias.
Todo lo anterior es algo que forma parte de los protocolos de actuación profesional de los Hospitales modernos, por ejemplo este Protocolo de sedación de un Servicio de Geriatría de un Hospital español, ante el sufrimiento intenso que no responde al tratamiento convencional en el paciente en situación de enfermedad terminal de otro.

PROTOCOLO DE ACTUACIÓN RECOMENDADO.
Precisión diagnóstica y análisis detallado del pronóstico:

- Debe haberse realizado una valoración clínica exhaustiva para determinar si nos encontramos ante un paciente en situación de enfermedad avanzada, con un proceso clínico irreversible y en el que la muerte se prevé en un corto espacio de tiempo (horas o días).
- Existencia de un síntoma refractario
- Debe asegurarse que se trata de un síntoma refractario. No debe existir ningún tratamiento alternativo que consiga aliviar el sufrimiento generado por el síntoma manteniendo la conciencia lúcida del paciente.
- El objetivo debe ser únicamente el alivio del sufrimiento del paciente frente a un síntoma y no acelerar la muerte
- En el paciente en situación de enfermedad avanzada en fase terminal es maleficente (no es correcto ni ético) permitir el sufrimiento por el miedo de que se pueda adelantar la muerte al buscar el alivio del mismo.
- En la sedación terminal se busca mitigar el sufrimiento del enfermo asumiendo por el principio del doble efecto el efecto indeseado de la privación de conciencia hasta que ocurre la muerte. Dicha muerte será una consecuencia inexorable de la evolución de la enfermedad y/o sus complicaciones.
- Debe existir un registro sistemático documentado y explícito en la historia clínica de los acontecimientos.
- Proceso de Consentimiento Informado
- Para la sedación terminal debe existir consentimiento del paciente explícito, implícito (en los valores y deseos que habitualmente ha manifestado el paciente a la familia o al equipo) o delegado (por representación).

EN RESUMEN

1.- Presencia de enfermedad avanzada con previsión de muerte cercana.
2.- El síntoma/s es refractario.
3.- No existe ningún tratamiento alternativo para aliviar el sufrimiento.
4.- Pedir segunda opinión a un facultativo.
5.- Explicación al paciente y/o familia.
6.- Obtención de consentimiento explicito, implícito o delegado (verbal, registrado en historia clínica).
7.- Informar al resto del equipo asistencial.
8.- Monitorización estrecha de la respuesta al tratamiento.
9.- Registrar todo el proceso detalladamente en la historia clínica.

Estos criterios y un protocolo básicamente igual, se tuvieron en cuenta por el Equipo del Dr. Montes, según las Sociedades Científicas que peritaron el juicio al que fue sometido y, finalmente, por la Audiencia de Madrid que no vio en su actuación ni delito ni mala praxis. ¡Gracias!, por lo que supone de abrir caminos a nuestros derechos, que –opino- alivian la ansiedad de no tener que pasar por trances innecesarios.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias mesiento mejor yo tome ladecicion de cedar a mi padre con un linfoma no hokin en fase terminar solo pense en el, pero despues me q laduda si lo hise mal la duda era si pudiera ver un milagro que ise eso me atormenta un saludo, carmen