martes, 6 de mayo de 2008

Mitos y errores sobre la depresión en las personas mayores

Ocupado en reflexionar sobre los problemas de los Mayores, he pensado que no estaría de más invitar al ejercicio a los lectores de esa bitácora. Sobre todo porque en este asunto son más los mitos y los errores que las informaciones científicas (ciertas). Así, las siguientes sentencias, que quieren ser al mismo tiempo que refutación de aquellos, impulso a buscar ayuda a los que la necesiten. En todo caso consejos preventivos secundarios de salud mental.

Primera sentencia: La depresión no es una parte del proceso de envejecer.

Que sea algo común entre los adultos de 65 años de edad o mayores, no quiere decir que este inscrita en el proceso de envejecimiento. Jubilación, problemas de salud y pérdida de amigos y conocidos, son cosas que suceden a todos, aunque lo sea con mayor frecuencia a las personas de edad avanzada; por ello entristecerse por esos acontecimientos es normal, como lo sería a cualquier edad (el paro sustituiría a la jubilación). Solo si ese pesar persiste y nos condiciona para abandonar o ralentizar nuestras actividades cotidianas o sociales, es cuando se ha de tomar la decisión de consultar con el Médico de Familia o un especialista.

Debido a que muchos ancianos tienen múltiples dificultades económicas y sociales, que les producen preocupación y temor al futuro, algunos pueden concluir erróneamente que la depresión es la consecuencia normal de estos problemas, opinión que es frecuentemente compartida por los propios pacientes. Todos nos sentimos tristes alguna vez, pero solo cuando la tristeza perdura e interfiere con la vida diaria, eso puede ser depresión. La depresión no es una parte normal del proceso de envejecimiento: es una enfermedad médica tratable como cualquier otra enfermedad.

Segunda sentencia: La depresión en los Mayores es una dolencia frecuente, no reconocida y no tratada.

Frecuente. Insisto no propia del proceso de envejecer, pero si frecuente, sobre todo en las sociedades industriales y urbanas, que han desplazado a los Mayores de las actividades socialmente más valoradas. El problema se complica cuanto que la frecuencia no es seguida del correspondiente aumento de los especialistas, que abordaran y trataran la dolencia, pues si la carencia de geriatras es grave la de psiquiatras geriátricos es dramática.

No reconocida. Porque se esconde en sus mismos síntomas y acompaña a otras tantas dolencias físicas propias de estas edades, la depresión, acompañando a otras enfermedades serias como enfermedades del corazón, ataques, diabetes, cáncer o Parkinson, se diagnóstica y se trata deficientemente en los ancianos.

No tratada. Pero la depresión puede y debe ser tratada cuando ocurre junto a otras enfermedades, ya que si no se trata, además de persistir el sufrimiento por ella misma, puede retrasar la recuperación o causar el empeoramiento de las otras enfermedades.

Tercera sentencia: la depresión es una enfermedad, no un estado de ánimo pasajero.

No debemos confundir la tristeza asociada con las dificultades diarias y los acontecimientos vitales dolorosos con la depresión. Aún tristes o apesadumbrados podemos hacer frente a las dificultades y actividades usuales. Si deprimidos, los síntomas interfieren con nuestra capacidad para vivir con normalidad, con mayor razón si persisten un largo período de tiempo.

Pero la depresión es más que sentirse triste. Es una enfermedad. Una persona deprimida tiene muchos de los síntomas de la misma casi todos los días, durante todo el día o por la mañana o por la tarde (polo matinal o vespertino), durante semanas o meses. También existe una forma de depresión más leve con síntomas menos agudos, ambas tienen la misma causa y tratamiento y sin tratar pueden hacernos sufrir meses o años.

Son síntomas de depresión a los que prestar atención:

Sentirse triste o indiferente (durante dos semanas o más)
Llorar fácilmente o sin razón
Sentirse decaído, cansado, inquieto e irritable
Sentir que nada vale la pena o sentirse culpable
Cambios en el apetito; cambio en su peso sin estar tratando de lograrlo.
Sentirse cansado todo el tiempo
Pensar con temor en la muerte o recurrentemente en el suicidio
Preocuparse excesivamente acerca de problemas económicos o de salud
Alejamiento de las actividades sociales regulares.
Descuido de la apariencia personal.

Cuarta sentencia: la depresión es tratable.

La depresión puede tratarse, muy efectivamente, con medicamentos, apoyo psicológico o con ambos. Los medicamentos pueden ser necesarios en las depresión severas y deberán ser recetados por Especialista y controlados por ello y por los Médicos de Familia. Pero la psicoterapia, particularmente la terapia conductual cognitiva y la terapia interpersonal, son tratamientos efectivos para la depresión ligera de esta edad y por sí solas buenas ayudas, aunque la combinación de la psicoterapia y los medicamentos antidepresivos son la mejor alternativa. Para finalizar, un ofrecimiento: conecten con este blog si quieren recibir más información o ayuda psicoterapéutica.

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