jueves, 15 de mayo de 2008

Adicciones sociales, psicológicas o sin sustancias

Una pregunta a Bwin, a Codere y a la Presidenta de la Comunidad de Madrid. ¿Quién pagará los costes del tratamiento de los que se enganchen al juego? ¿Estará este trastorno en la cartera de servicios del IMSALUD?

No encontraremos estos trastornos en la Clasificación de Enfermedades Mentales (DSM IV), ni siquiera en su capítulo de “trastornos para futuros estudios”, porque no hay una postura común entre los psiquiatras de que existan como tales. Y sin embargo cada vez hay más personas enganchadas a las apuestas, al juego, a la red, a los videojuegos, al trabajo… Enganchadas de tal manera que no pueden dejarlo, son verdaderas adictas a esos objetos, por lo que algunos pueden hablar de una modalidad de trastornos adictivos asociados con frecuencia a estados depresivoansiosos, y que tienen repercusiones deletéreas evidentes en forma de ruptura de pareja, crisis económica, pérdida del empleo y otros efectos nocivos sobre la calidad de vida del sujeto y sus familiares.

Todas estas nuevas adicciones corren en paralelo al desarrollo de nuestra sociedad urbana e industrial, al ocio, al tiempo libre y las formas de vida modernas, pero la única que tiene criterios diagnósticos claros es el juego patológico, -el resto sigue siendo objeto de controversia-, que se ha constituido por el número de afectados (400.000 españoles en alguna estimación, 1-2% de la población adulta por otras) en un problema de Salud mental pública, por lo que resulta paradójico que, se fomente acríticamente desde los Poderes Públicos, o se promueva por los Clubs deportivos, como ocio no problemático .

Las adicciones que se han propuesto catalogar como trastornos son:

Adicción al sexo. Se trata de sujetos que no pueden parar de buscar compulsivamente la satisfacción sexual.

Adicción al trabajo. Los workaholics tratan de escapar a su realidad escondiéndose en sus oficinas.

Adiccion a Internet. Estos adictos ya no pueden interrelacionarse con otras personas si no es a través de una pantalla.

Adicción a los videojuegos. Los efectos son muy parecidos a los de la Internet.

Adicción a las compras. Las personas compradoras compulsivas llegan a tener problemas legales con bancos y tarjetas de crédito o roban para comprar.

Las anteriores han sido consideradas por muchos especialistas como tipos de adicciones sin sustancias, pero la ludopatía es la adicción psicológica más frecuente. “El Jugador” de Dostoievski viene a nuestra memoria: enganchado al juego por azar, su conducta se transmuta en un deseo compulsivo de jugar. Como él los ludópatas pierden el control sobre su voluntad y, aunque se lo propongan, son incapaces de abandonar la mesa de la ruleta o el salón donde giran los discos de la fortuna que esperan desesperadamente. Gastan su dinero en cantidades importantes, aumentan sus apuestas para recuperarse pero solo consiguen perder mayores cantidades; acumulan deudas; engañan a los demás para conseguir fondos de los que no disponen; disminuye el rendimiento en su trabajo; mienten a los familiares acerca del problema, pierden amigos…hasta su final en el juzgado o en el tratamiento.
Todas las características de un trastorno mental están presentes en el ludópata típico. El impulso hacia el juego es irrefrenable, tan grande que no pueden resistirse, su deseo de apostar o de jugar les genera ansiedad, que no desaparece hasta que lo hacen. Es un comportamiento de abstinencia que solo cede con la “toma” del producto. La pérdida del control sobre sus impulsos les produce sentimientos de culpabilidad y arrepentimiento, que se superponen a los de apatía, desmotivación, tristeza y de pérdida de su autoestima.

Entre los factores de riesgo del trastorno existen elementos de personalidad: como en las adicciones en las que están presentes sustancias desencadenantes, las personas con problemas de autodominio, dificultad para controlar los impulsos y poca tolerancia a la frustración (características propias de personalidades orales) son los más expuestos. Su impaciencia o necesidad de experimentar sensaciones fuertes, puede estar en la génesis del trastorno, pero también puede ser consecuencia del mismo como manifestación del síndrome de abstinencia, como lo son las mentiras sistemáticas para ocultar la adicción. La mayoría tienen problemas de madurez y carencias afectivas.

Pero los elementos de exposición a la influencia adictiva del juego y las apuestas se han multiplicado de forma irreflexiva en los últimos tiempos, que es la sobreexposición a ambientes facilitadores de juego lo que ha multiplicado el problema. Los puntos facilitadores han crecido en número y multiplicado en lugar, permitiendo el acceso ininterrumpido en el tiempo, con una variada tipología, en la que los modelos de satisfacción inmediata (rasga y gana, maquinas tragaperras y similares) se reputan las más adictivas, tanto por la propia capacidad adictiva de dichos modelos como por la accesibilidad a los mismos.

Confiando poco en la viabilidad de las preventivas radicales, -limitar la proliferación de puntos facilitadores, por sus innegables connotaciones económicas o la limitación del acceso a los afectados a los lugares de juego o apuestas, son de escasa eficiencia práctica-, es la intervención terapéutica sobre los pacientes lo que llena la mayor parte de las medidas a tomar sobre el problema, de ahí mis preguntas iniciales, porque respecto de los beneficiarios del juego no es preciso preguntar.

El proceso terapéutico podrá comenzar cuando se haya roto la fase de “negación del problema”, porque al igual que la persona dependiente del alcohol o de otras drogas niega la dependencia de las mismas diciendo “puedo dejarlo cuando quiera”, la persona que presenta una o más conductas adictivas, niega su falta de libertad ante las mismas y se autoengaña, pensando que todo está bajo control, como se engañan los promotores al decir que el problema es de los usuarios. En cualquier caso, como se trata de patología, es imprescindible la ayuda de expertos, tanto para conseguir el abandono del juego como para prevenir posibles recaídas. ¿Están en los Centros oficiales?

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