miércoles, 11 de junio de 2008

Una fábula deportiva

La paulatina penetración del capital privado en el santuario de la Sanidad pública ha recibido, ¡ya era hora!, la bendición del Sanedrín liberal.

Si hacemos caso a la Prensa, advirtiendo que el Sr. Güemes es personaje que dice digo y diego y digo demasiadas ocasiones, esta es su sentencia en una conferencia organizada por la Fundación Bamberg, frente a directivos de Empresas del sector sanitario: "¿Cómo creen ustedes que la sanidad pública madrileña puede permitirse tener a algunos de sus mejores especialistas y de sus mejores cirujanos tratando a los pacientes que acuden a los hospitales públicos si no fuera porque esos mismos médicos dedican parte de su tiempo a la sanidad privada, donde son mucho mejor retribuidos?"

¡Qué lastima que no hubiéramos utilizado esta fórmula para salvar para salvar al Zaragoza del descenso a segunda división! Todos los galácticos de los otros equipos prestarían, eso sí manteniendo su sueldo, sus jugadores a los Maños y solucionarían el problema. ¿Y por qué no? Los retrasos en la esfera judicial se solucionarían mediante la creación de empresas jurídicas que emplearan las tardes de los Jueces para resolver los asuntos más peliagudos que esperan en sus archivos. ¡Me apunto gozosamente a la solución! Los pilotos militares, también con el loable esfuerzo de una doble jornada, mantendrían su devota dedicación a defender España, con la mejor retribución que recibirían dedicando parte de su tiempo a la compañía Starnitas o Adeviacioslas. O a su propia Compañía. Y así, seguidamente, un acuerdo entre Seat y Fiat permitiría a algunos de sus mejores especialistas y de sus mejores ingenieros avanzar en la liberalización de la marca que estuviera en dificultades. El pensamiento liberal ha encontrado la libre competencia sin tener que competir, el Consejero debe ser propuesto para el próximo premio Príncipe de Asturias. No me atrevo a proponerle para el Nobel por si a alguno puede parecerle que la idea es una profunda corrupción o la vuelta ilustrada a la antigua beneficencia.

Se lo han ganado y hay que reconocerlo. Entraron en los Hospitales Públicos sostenidos con nuestros impuestos, estuvieron en ellos retribuidos con nuestros impuestos y aprendiendo de profesionales pagados con nuestros impuestos… unos cuantos años; fueron contratados al terminar con sueldos que salen de nuestros impuestos. ¿Por qué han de dedicar su tiempo exclusivamente a atendernos en aquellos Hospitales? Ya hacen suficiente con pasar algún tiempo en ellos, y en exigir los niveles de calidad que no pongan a sus pacientes en peligro, y si no los tienen, ir a sus Clínicas donde no necesitan tener tantas exigencias. ¡Bien por ellos y por el pensamiento liberal! Confiemos en que de su mano llegarán las soluciones a la crítica situación a la que han llevado a la Sanidad Pública. Dicho esto en Madrid.

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