jueves, 26 de junio de 2008

Un cuarto a espadas en el desconcierto de la Ley de la Dependencia

Se ha denominado cuarto pilar del Estado de Bienestar. Expresión con la que William Temple, Arzobispo de Canterbury, denominó en 1940 el fundamentar el bienestar de la gente de la cuna a la tumba por el Estado, para lo cual la Seguridad social (incluida la Salud), la Educación, y el Empleo eran tres pilares básicos a los que se une la atención a los ancianos y minusválidos como cuarto pilar, por esa razón, fundamentar el bienestar de la gente de la cuna a la tumba, a mí no me ha extrañado la creación de un Ministerio con la pretensión de que todo ello estuviera conjuntamente representado.
Una década ya de esfuerzos de nuestro País, empujando el desarrollo de este pilar, reconociendo los hechos que estaban creando más y más personas dependientes entre nosotros: el envejecimiento, el envejecimiento del envejecimiento (mayores de 85 años), el aumento de las discapacidades generadas por la edad, pero también por el control de la enfermedad y el aumento consiguiente en la supervivencia. Esfuerzos que han configurado un nuevo derecho de ciudadanía: el de las personas que al no poderse valer por sí mismas tienen la garantía de ser atendidas por el Estado que les asegura una serie de prestaciones, derecho universal, con financiación suficiente, atendido por profesionales cualificados y cuando no por personas consideradas trabajadores a efectos de cotización en la Seguridad Social.
Se conoce como Ley de la Dependencia, ley 39/2006, pero lo cierto es que el objetivo de la misma es conseguir la mayor autonomía de las personas con algún tipo de discapacidad, el 9% de los españoles, 4 millones y medio de personas expectantes de esta Ley y su desarrollo. Pero el presente se resume con una palabra: frustración. Porque a la fragmentación de servicios derivada del enganche autonómico, se une la falta de fondos que no incorporan las Autonomías, (reconociendo que la atención a las dependencias está resultando más cara de lo esperado), y la falta de formación tanto de los cuidadores informales, lo cual era de esperar, como la de los cuidadores formales que no existían el número suficiente y cuya reconversión desde otros ámbitos está siendo muy lenta cuando no inexistente y en todo caso aun no certificables oficialmente. Demasiadas dificultades.


La gestión autonómica del sistema de dependencia marcha a 17 velocidades distintas, con un claro trasfondo político del vehículo que lo recorre. Pero en el debe de la Administración Central hay que contabilizar dos hechos trascendentes: la falta de regulación del copago, es decir la contribución de los usuarios al sostenimiento del sistema, cuando su situación económica lo aconseje y la determinación de los criterios de calidad de los Centros y Servicios que atenderán a los dependientes. Tendrán que ser Decretos con valor en todo el Estado y no tenemos noticias de su redacción, que pudiera ser tuvieran algo que ver con la lentitud de las actuaciones del Consejo Territorial del Sistema.

Tal y como están las cosas, no es esperable ninguna novedad que rompa la lentitud de la tendencia, por cuanto que la respuesta a las actuales necesidades han de apoyarse necesariamente en la red de servicios preexistente. ¿Que hacer? El examen de fuerzas y debilidades, es la primera de las acciones como lo es en cualquier planificación. ¿Que capacidad tienen los dependientes para enfrentar el problema? ¿Cual es la realidad de los apoyos que han recibido o pueden recibir en este campo? ¿Las necesidades que tienen como afectados personal o familiarmente por la dependencia, son sentidas de igual modo por los demás? Porque pudiera suceder que las solemnes declaraciones en pro de la extensión de la Ley de la dependencia fueran más retóricas que sentidas.
Pero pocas esperanzas. Las Dependencias pueden ser el camino a recorrer por los irrecuperables para el trabajo y el sistema productivo, incluso los menos dotados para el sistema de consumo. La lógica capitalista y de los teóricos del liberalismo, con bellas palabras y escasas dotaciones, meterán en una senda de elefantes a los dependientes hasta su final. No es una afirmación más bien una sospecha.

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