
"No mientas nunca está (muy) feo", "No importa un carajo la belleza, importa la honestidad", "Si no enseñas habilidades físicas a tu hijo le estás enseñando a robar" son algunos de los babilonismos que se desparraman por toda la obra. No queremos descubrirlos todos aquí para que la experiencia no pierda la gracia pero si queremos mostraros que Jack, como hace siempre, ha escondido pequeños tesoros dentro de la gran obra, con la intención de jugar con el público. Nosotros queremos pensar que Jack sigue, como nosotros intentamos, la concepción holística de las cosas. Para el la obra es un sistema, formado por pequeñas y fundamentales partes. Una de ellas es el juego, los guiños al espectador, besos y abrazos, provocación y confrontación. Pero además, Jack utiliza para completar ese sistema un lenguaje visual riquísimo. Usando una paleta limitada a cuatro colores (azul, ocre, negro y amarillo), con pinturas garantizadas por 250 años lo que indica claramente la intención de permanencia, Jack nos consiguió conmover en varios momentos pero, sobre todo, nos hizo sentir que estabamos ante algo importante y, necesariamente, polémico. Por momentos, pensabamos en Basquiat, pero inmediatamente nos venía a la mente Picasso. En otro de los pisos creíamos ver arte africano y, en ocasiones, la ingenuidad de nuestro amado Mariscal vestido con caligrafía zen. Otra pequeña muestra gráfica para apoyar nuestros comentarios, sobre todo en la última foto con Jack y Richi demostrando que todo es felicidad.
No queremos seguir destripando la intervención y os invitamos a que os paséis (los que podáis) a verla y a disfrutar de ella. Buscad entre sus tripas los mensajes escóndidos que será mucho más difícil y un reto más agradable que hacerlo desde el andamio a 20 centímetros de la obra. Nos morimos de ganas por ir y reencontrar los miles de impactos que recibimos a bocajarro. Pero lo que si nos gustaría con este post es avisar, como ya hicimos a Jack, de que es la típica obra que va a generar mucha polémica. Dado lo conservador del barrio, su aburrida armonía visual, los años que pesan en cada una de sus casas, la obra va a, necesariamente, destacar. Es evidente, conociendo como le conocemos, que el autor no quiere dejar a nadie indiferente y estamos seguros de que así va a ser. Según el propio Jack nos ha confesado, alguno de los encorbatados que pasan por ahí con la etiqueta de Responsable en el ojal no ha puesto buena cara. Mejor. El caso es que al mismo tiempo que comentabamos esto Jack nos decía que todavía falta el nihil obstat del Ayuntamiento. Y, fue en este momento cuando se nos pusieron los pelos de punta. Una vez que hemos visto la obra nos resulta muy difícil asumir que alguien pueda poner en peligro su superviviencia y anunciamos que si alguien intenta encalar esa fachada nos encadenaremos a ella vistiendo solamente una sabana blanca y mostrando un pezón al mundo. A ver quién lo puede resistir. Corifeas unidas jamás serán vencidas.
Jack por su parte ha sido increíblemente amable y quiere utilizar esta tribuna para dar su opinión a priori, como los toreros valientes.
"Pensé que a nadie, matritense o foráneo, podría enojar que un ser de cráneo al viento e indumentaria sempiternamente policromada se encaramara a uno de esos andamios cibernéticos de principios del XXI y silicificara con inorgánicos pigmentos, y sin más ley que la negación de la autocensura, mensajes verbales certificablemente inopinables, mientras revisaba helénicas y titánicas heroicidades como si aquellas míticas criaturas surgieran por vez primera de un caldo primordial caprichoso, vale decir, como si jamás persona alguna hubiera oído hablar de un tal Dioniso o un cual Prometeo, extremos estos, ya adelanto, tan prescindibles para quien esto suscribe como la maldad de los apoltronados. Tras recibir la propuesta de babilonizar, incluso me atrevería a decir que de profanar, la estetiquísima tipología de edificación del inmueble en cuestión (cuya construcción data de 1876), me pareció que este dato no sólo no actuaba de impedimento o castración de partida, sino que, muy al contrario, establecía de primeras un anacronismo al que había que adorar por cualquier medio o disposición. Elegí, entonces, que la adoración a este dato cronológico sería total si el efecto que produjera la fachada en el espectador potencial rayara lo razonablemente discutible y entonces lo vi claro: propón -me dije- una gráfica tiernamente salvaje, churriguerescamente diáfana, caligráficamente perturbadora, impepinablemente valiente, inequívocamente audaz o, si quieres y ya puestos, olvídate de todo eso y sé, pinceles en ristre, honrado, cariñoso, disciplinado y cabal. Pero -seguí diciéndome- eso sí: alumbra SOLAMENTE criaturas alegres, sonrientes, bondadosas y conmocionantes y, ya caigan chuzos de las puntas de la crítica más feroz, sabrás que no erraste el tiro, pues no hay hombre honrado que no lleve razón en todo.
Y eso hice.
Dentro de dos semanas, cuando el andamio quede retirado y mi obra sea, para los restos, por fin pública, los despellejadores filosóficos, sociológicos o estéticos podrán vomitar sobre mi vastaguito de 900 metros cuadrados sus comentarios apresurados o incuestionables, qué más da. Tras esas mismas dos semanas, los alineados en la tribu a la que pertenezco, la de los artistas bienintencionados desprejuiciosos, podrán vomitarme a la cara que todo lo que en la calle Orellana esquina a Campoamor dejó intervenido Babiloni rima estrictamente en consonante el desparpajo aculturalista con el garabato feliz.
Eso es, letrita a brochazo, lo que en esos muros recién dejé alumbrado.
Conviene ir adelantando que Babiloni ya recibió tirones de orejas por tan insólitas gestas, gestos y gestaciones. Conviene ir adelantando que Babiloni da la razón al que piensa que recién concluyó un zurullo artístico tanto como se la da al que ya aplaudió todas sus presumibles maestrías. Conviene ir adelantando que Babiloni no justificará su intervención a base de sofisticados funambulismos eruditos o tramposos. Conviene ir adelantando que Babiloni se lo pasó rebién ensuciando con ternura esos revocos de cal majestuosa y que todo lo demás no deja de ser humeante palabrería.
La de Babiloni, huelga decirlo, la primera".